sábado, 11 de junio de 2011

No me olvides.

En medio del zaguán, sentada entre la desesperación y la angustia separo y junto las piernas al ritmo de las palmas de una canción infantil. Niños inocentes atacando sin miramientos a la armonía de la afinación.

El día ya se acaba, bañado con los últimos destellos de sol, que me acaracian por casualidad como intentando darme un poco de calor que se escapa tras tus pasos. Y yo, yo sigo sentada.

Cuando la noche cae, los árboles susurran el requiem de tu adiós, los buhos hacen la guardia por si vuelven aunque saben que jamás darás vuelta atrás. Liebres, serpientes y tortugas se esconden tras los chopos esperando a que llegué otoño sin éxito, que pase el tiempo y acabé la terrible melodía que nunca cesa. Y yo, yo sigo sentada.

Cientos, miles de hojas, pétalos salen despedidos hacía el infinito, libres e imparables vuelan rápido hacía la putrefacción. Ciclo vital del desosegado amor, nace , muere y se pudre . Y yo, yo sigo sentada.

Si vuelves, si sólo cogieses mi mano y la apretases fuerte contra las tuyas. Tu sonrisa, tu pelo, tus dedos, tus ojos, tus manos... Si tan solo pudiese sentirte una vez más, como un rayo de sol en invierno...

Y yo, yo no me despeguería de tus brazos.

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