miércoles, 8 de junio de 2011

El segundo que nadie nos pudó quitar.

De momento se apagan las luces, los focos dejan de respirar por casualidad y de lejos se empieza a escuchar una conocida melodía. Los acordes empiezan a tantear con timidez, y cada nota huye desgarrandose, escapandose en la oscuridad y bailando a un ritmo desconocido para todos pero que tu y yo conocemos muy bien.

El ritmo comienza a acelerarse mientras tus pasos buscan los míos, las huellas que vamos dejando parecen insignificantes con las miles que queremos dibujar. Extiendo mis manos al infinito, para que por una simple casualidad de que estemos aquí y ahora, pueda sentir tu calor. Esa calidez humana que sube de la punta de mis dedos hasta llegar al centro de mi corazón como sólo tu sabes hacerlo.

Que no vuelva nunca la luz...

No hay comentarios:

Publicar un comentario