miércoles, 29 de junio de 2011

Arda Roma


Polución alimentada por tus sentimientos, punzadas en tus sonrisas, el labio arrastra unos leves suspiros que contienen la agonía que arde en tu interior. Corres, y por más que corres resbalas en el vicio, te aprisionan, te someten, te explotan, te sujetan inconscientemente, te impedirán pensar, te numeran para poder controlar a las masas, te aferran a sus escabiosos “ideales”, la palabra sin duda es neutral. Si no eres más valioso que el perro que pasearan, por sus doradas alfombras donde pueden permitir el lujo de defecar sus propias palabras, adjetivizar un sustantivo llamado “mierda”. En los restaurantes, cafeterías, gasolineras y todos los antros que frecuentes te servirán fracciones de su cianuro dialéctico en pequeñas dosis, para que sea más asimilable. Respiración agitada, malestar, dolor de cabeza, se acelera el ritmo cardiaco hasta que se detiene, postrado ante el rey, “Ave, Caesar, morituri te salutant”.

Para el reloj, podemos ir contracorriente, intenta escalar las manecillas oxidadas Apartados en la noche, hemos comenzado a prender cerillas alimentada por nuestro propio fósforo. Desde sus rascacielos pueden contemplar esas luces, despreciables que un día arderán sus tan preciados disfraces. ¡Qué arda Roma!

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