viernes, 8 de enero de 2010

Buscadores de Mentes

Flor de Hielo I


Deslizó sus frágiles dedos por la curvatura convexa del asa. Los dos inspectores observaban cada movimiento sorprendidos, ¿estaban intimidados por una adolescente de 15 años? Tenía algo no común, además de una belleza cautivadora, algo en su carácter a lo que nunca se habían enfrentado.

- Dices que no asesinaste a tus padres, pero tampoco llamaste a la policía para alertar de su fallecimiento. ¿Cómo puede ser eso posible señorita Azuhano?

Sin sobresaltarse de la acusación indirecta del agente alzó la cabeza fijando sus ojos grises en el, abrió y cerró sus enormes pestañas negras que le daban un toque de elegancia magistral. Abrió la boca para decir algo, pero retrocedió para formar una media sonrisa.

- No les maté, no hablo con mi familia. Ese día después de mis compromisos fui a mi habitación, y el resto de días no me los crucé por las habitaciones comunes – Hablo segura sin esquivar la mirada, serena y pronuncio las palabras sin dudar. ¿Cómo una persona podía ser tan flemática, como podía sentirse tan indiferente ante la muerte de sus progenitores?

La inspectora ladeó la cabeza indicando que salieran de la habitación un momento, ambos cruzaron una mirada de incertidumbre. Swan, cerró la puerta insonorizada tras sus pasos . Miró por los cristales para observar como reaccionaba Azuhano, ni un leve movimiento de nervios la delataban, continuaba enfrascada mirando las paredes azuladas de la estancia. Por un momento, que aceleró el corazón a la inspectora Swan pareció que la interrogada mirara a través del cristal. Sin embargo, volvió a observar las paredes.

- Estoy descolocada, no entiendo nada inspector Tokomiya.- Reconoció la agente al tiempo que se dejaba caer en una silla. El inspector Tokomiya le dio una leve palmada de ánimo en la espalda. – ¿No estarás intentando sugerir que debemos dejarla en libertad no? ¡Esta más que claro que fue ella!. Debe ingresar como mínimo en un centro de menores para que este controlada, no tiene tutores legales no?

- Su hermano mayor que descubrió el asesinato sería el tutor, aunque es normal que no quiera hacerse responsable de ella. Llamaré al centro de menores, a ver que dicen – Cogió el teléfono y procedió a realizar la llamada.

Swan volvió a entrar en la sala de interrogatorios, Azuhano sonrió y la inspectora dudaba de las palabras escogidas para conversar con ella. Interiormente temblaba, y se sentía francamente desafiada ante los ojos grises.

- Tu hermano Reiko Azuhano ha renunciado a tu custodia, hemos intentado contactar con un hermano de tu padre que reside en Nueva York pero ha sido imposible localizarlo. Ingresarás en un centro de menores hasta tu mayoría de edad.

- Entiendo señorita Swan, ¿Usted no tiene hijos verdad?

- Sí, si tengo- Contestó sorprendida por la curiosidad de Sakura Azuhano ante su situación familiar.- ¿Es relevante esa pregunta para ti?

- Todo es relevante, seguro que usted no desearía que a su muerte sus hijos quedaran destinados a un centro de menores. ¿O me equivoco inspectora? – Articulaba cada palabra con un deje de arrogancia, sus uñas arañaban la mesa de madera pineda despertando inquietud en la oficial que se abstuvo de contestar.

- Y ahora si me disculpa voy a dar un paseo por su querida comisaría. Cuando lleguen sus “bulldog” del centro de menor avíseme – Con toda elegancia se levantó del asiento y giró el pomo de la puerta entre sus dedos que se deslizaron con una suavidad incluso fascinación. Se escabullo entre los policías, aunque no resulto fácil para subir a la azotea del edificio.

Tokomiya saludó a la responsable del centro de menores, ambos se reunieron en una habitación y Swan se dirigió a buscar a la aludida. Con recelo e impaciencia examinaba cada rincón, fijaba su vista en todas las personas que tenían algún rasgo en común con Sakura. ¿Dónde estaba esa endiablada niña? No dudaría en que el mismo fuego del infierno la había absorbido.

- Perdona, ¿Viste a Azuhano? – Su voz suena imponente y hace estremecer al policía nuevo.

- Estaba por aquí, no puede haber salido.. He estado vigilando las entradas y salidas de la comisaría. – Asiente satisfecho y reanuda sus funciones.

- ¡Imbécil! Te dije que la vigilaras, voy a hablar con dirección de cómo tomas parte en tus responsabilidades, eso no lo dudes. – Con pasos fuertes y irritados continua buscando a Sakura, un hombre señala que cree que ha subido a la azotea.

El aire golpea su cara cuando sale al exterior, no es un edificio muy alto pero lo suficiente como para poder deleitarse con sus vistas. Es una sensación entre vértigo y admiración difícil de explicar. Allí, sentada en el bordillo se encuentra la menor. La agente se sienta a su lado, y sitúa su mano en su rodilla.

- Llegaron los del centro de menores. – Está vez su voz suena dulce, casi incluso el viento deja percibir unas ondas de compasión en la fría compostura.

Sakura se levanta desperezándose y frotándose los ojos. Sus pies desganados se dirigen hacía la puerta de esta azotea mientras Swan desvía su mirada hacía las vistas de aquel pequeño pueblo inglés. Sin embargo Sakura retrocede y casi en susurros se dirige a esta.

- Le doy cuatro días agente, sácame del centro de menores y déjeme en libertad. Arregle cuantos papeles quiera de mi tio en Nueva York, falsifíquelo y afirme que he ido a vivir con él.

- ¿ Por qué debería de hacerlo? Es ilegal, podrían despedirme por hacer feliz a una niña de 15 años. ¿Enserio crees que lo iba a hacer? – Su voz finaliza en una carcajada, ¿Aquella endiablada podría resultar que fuese una pavorosa niña?. No daba crédito a la ignorancia de Sakura.

- Yo no lo creo, pero tu hijo sí. Tiene mi edad, ahora mismo está encerrado en su habitación tocando la guitarra eléctrica, a dos calles de esta comisaría en un edificio verde. ¿No es así agente Swan?– Desaparece Azuhano con una media sonrisa satisfecha hacía el interior del edificio.

La agente Swan que permanece en shock realiza una llamada urgente, no es posible que Sakura haya podido averiguar tantos datos que se encuentran encerrados en el sumario por ella sola. Su hijo coge el teléfono y la intentendente suspira aliviada.

- ¿Qué haces hijo?

- Estaba tocando, no seas pesada. – Se escucha el amplificador retumbar.

- Lo siento, bueno enseguida acabo el turno voy hacía allí. No abras las puertas a nadie. Baja el amplificador ya mismo y apaga todos los aparatos eléctricos por favor Tony debes hacer caso a mis instrucciones y luego te explicaré. – No hay contestación por parte del adolescente - ¿Tony? ¿Tony?

Cuelga echa un manojo de nervios y llama al teléfono fijo a pesar del grave riesgo que esto puede conllevar, sin embargo se descuelga.

- ¿Tony te quedaste sin batería?

- Hola agente Swan, ¿Qué hay? ¿Se está dando prisa en arreglar los papeles de custodia de Azuhano? Le recuerdo que tiene cuatro días, bueno tres días y veintitrés horas. El tiempo pasa – El teléfono se cuelga.

- Maldita niña…, te juro que me las vas a pagar.

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